jueves, 29 de abril de 2010

Desidia

Me dormí. La inercia del sueño me absorbió profundamente cubriéndome de una película impermeable. Sentía resbalar las gotas del tiempo sobre mi cuerpo. Corrían ágiles, limpias, sin tocarme, sin ensuciarme con su ritmo gris. El mío era blanco, inconsciente, vacío, intemporal.

Al despertar sentí mis propios latidos demasiado violentos, como ajenos a mi ser inactivo. Los sentía en todo mi cuerpo, golpeando mis venas en impactos secos y duros, como si éstas fuesen puertas. Latidos desbocados como la respiración del naufrago que, a punto ya de ahogarse, consigue asomar la cabeza por encima del mar embravecido.

Así, desesperadamente llamaba el instinto vital a mi puerta, despertándome sobresaltadamente. Aquel sueño profundo había hecho saltar la alarma más primaria de mi cuerpo, dejando en mi mente una turbadora sospecha difícil de aceptar.

Había estado a punto de dejarme morir. De abandonarme a la desidia y ahogarme en sus aguas.

3 comentarios:

  1. destemplado ciudadano3 de mayo de 2010, 14:11

    Comecei a ler un libro incrible (as primeiras páxinas recordáronme un pouco a este texto teu)
    o_o

    "Por el camino de Swann"

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  2. Vaia! Cando o termines poderias pasarmo :)

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  3. Es el primer volumen de la obra de Proust. Tienes una buena edición en casa!

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